El yacimiento de la Sarga, en el municipio de Alcoy, incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y encuadrado dentro del grupo de Yacimientos de Arte Rupestre de la Comunidad Valenciana, puede significar perfectamente un principio de evolución, unos 9000 años de pintura alcoyana, ya que se ha demostrado científicamente que no son meros garabatos plasmados espontáneamente por “refugiados eventuales”, sino que siguen una metodología precisa, heredada de padres a hijos o de maestros a discípulos. La mayoría de los frescos se han datado en el 7000 a. de C., aunque los hay anteriores en más de 500 años, siendo los más recientes datados sobre el 6000 a. de C., según el carbono 14, un periodo que abarca unos 1500 años y que muestra también una evolución, mal llamada “animalista” y otra “esquemática simbólica”, para fusionarse entre ellas y desaparecer, quizás al cambiar el tipo de soporte por otro más degradable, y que nos ha llegado en muy reducidos ejemplos (cerámica cardial, huesos, abalorios, etc).
En el Museo Arqueológico de Alcoy se ha encontrado respuesta a innumerables objetos prehistóricos cuya utilidad práctica se desconocía, y ahora se sabe que muchos de ellos están relacionados directamente con el arte pictórico. Cada día se sabe más sobre las técnicas desarrolladas por estos anónimos artistas y no sería de extrañar que, si no podemos descubrir sus nombres, quizás tengamos pronto algún perfil genético de estos primitivos pintores alcoyanos. No sería nada descabellado decir que esa tierra tradicionalmente industrial, poseyera ya un alto grado de desarrollo en la fabricación en serie de vasos (campaniformes) y cerámica en general, pues son numerosos los objetos que se han hallado datados entre el 6000 y el 1000 a. de C. De hecho, podemos asegurar que la Historia en la Península comienza en Alcoy, lugar donde se han hallado nueve láminas de plomo con las primeras escrituras en alfabeto greco-ibérico y alfabeto levantino datadas entre el siglo IV y el II a. de C., periodo de ocupación del poblado ibérico de la Serreta. En ningún otro lugar se han encontrado en tanta cantidad.
El arte pictórico simbólico obtiene su culminación con la aparición de la escritura, pero no desaparece como tal, más bien nace un nuevo método de comunicación y archivo, y algún pintor de antaño se convierte en escriba. Griegos, cartagineses y luego romanos dejan su huella y probablemente Alcoy era algo más que un asentamiento agrícola. De esa época convulsa y de ebullición cultural los pintores alcoyanos dejaron sus obras en los mosaicos y frescos de las viviendas de terratenientes y altos cargos. En el Museo encontramos ejemplos de lo encontrado en la Uxola, una villa agrícola de época romana de la que sólo algunos pequeños fragmentos y objetos se han recuperado. La pintura “realista” (figurativa) relega a la simbólica o esquemática a un papel meramente decorativo. Tras la caída del Impero Romano sucede un periodo “pobre” culturalmente hablando y de estancamiento económico y político. También en la pintura se observa escasez de obras. La llegada de los musulmanes al poder en el siglo VIII termina de algún modo con los pintores realistas, para dar paso a los simbólicos, con sus ristreras geométricas, típicas del arte arábigo en general: paredes, azulejos, cerámicas, joyas, etc., los ejemplos procedentes de toda la Comarca son abundantes en el Museo Arqueológico de Alcoy.
Con la llegada al poder del Cristianismo, regresan también los pintores figurativos. Iglesias, con sus espectaculares frescos y retablos, escenas bíblicas, retratos y paisajes vuelven a decorar las vidas y costumbres del siglo XIII. Los pintores esquemáticos están “mal vistos” y se relegan ya en poco número a la decoración de mosaicos y azulejos, con algunas pinceladas en el nuevo formato creado en estas tierras: el papel (Játiva, año 1144), industria que pasaría a desarrollarse en Alcoy de manera muy significativa a partir de este siglo XIII. En adelante y hasta el siglo XVIII, los pintores alcoyanos difundirán los estilos renacentistas creados en Italia, y no sólo a causa de que los grandes maestros transalpinos visitaran y trabajaran en el Reino de Valencia, sino que viajar a Italia se convertirá en un requisito indispensable para convertirse en Maestro de la Pintura. Algo así como viajar a París en los años 20s. Pero debemos llegar al siglo XVIII para encontrar pintores alcoyanos de renombre. Antes, un tal Bernardino de Alzamora realiza un retrato de Jaime I que se exhibe en el Ayuntamiento de Valencia. Fechado en 1631, se cree que el autor es de origen alcoyano. ¿Por qué no? Podría ser un exponente de la incipiente “Escuela Alcoyana de Pintura” y que marcha en paralelo a la creación de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, inaugurada en 1753, la cual se nutre desde el principio con numerosos alumnos y maestros de la Comarca de l´Alcoiá.
Toni Ferrando.